La semana que las Pymes callaron

En las últimas semanas muchos de los supuestos que conocíamos sobre el crecimiento de Chile aparecen cuestionados por las demandas sociales. Sin embargo, el caos político y social impide ver algunos hechos evidentes: que quienes están sufriendo las consecuencias del llamado despertar de Chile son, mayoritariamente, empresas pequeñas, negocios atendidos por su dueño, comerciantes que viven del flujos de caja muchas veces estrechos, para quienes una semana sin ventas implica un posible cierre de operaciones. No se trata de una interpretación antojadiza; es la realidad que ellos mismos exponen, su vivencia personal, que también puede traducirse a números: según cifras oficiales el fin de semana los daños al comercio ya podían cifrarse en US$ 1.400 millones.

Pareciera que todo aquel trabajador o emprendedor que lleva a cuestas, en alguna parte, la etiqueta de comerciante y sus derivados, ha sido injustificadamente condenado por la efervescencia sin cauce que se ha tomado las calles, sobre todo en los últimos días.

No se trata de desmerecer la urgencia que existe por generar cambios estructurales. Pero la mayoría de quienes somos catalogados de pequeños empresarios o emprendedores queremos sacar adelante a nuestro país.

Muchos ya lo han dicho, entre ellos el presidente de la Cámara Nacional de Comercio, Manuel Melero: el daño a los comercios no es únicamente material, es de larga data e involucra el trabajo y capital de toda una vida. Y las consecuencias son reales: las transacciones de nuestros clientes (aproximadamente 6.000 empresas) se han reducido considerablemente respecto de lo que venden en una semana regular. Y al leve repunte que se vio el lunes, siguió una nueva baja.

Mientras los medios extranjeros se enfocan, no sin razón por cierto, en las manifestaciones, protestas, en los heridos y en la responsabilidades del

gobierno, la actividad económica se estanca y las inversiones se detienen. La manifestación pacífica de 1.2 millones de personas fue hermosa y nos llevó a olvidar el vandalismo que se ha vivido. ¿Pero qué hemos logrado si lo único que nos queda es permanecer a la deriva, entre la violencia que requiere ser detenida y una demanda social que pareciera imposible de satisfacer a falta claridad sobre los caminos que involucra? ¿Qué se obtiene al empujar al gobierno a realizar cambios cuyas consecuencias ni siquiera alcanzamos a evaluar? Piñera modificó su gabinete esta semana, y sin darle espacio a los nuevos ministros para que expongan sus propuestas, los llamados a manifestarse continuaron y, con ellos, el espacio para que grupos violentos se organicen y sigan devastando no solo propiedad pública y privada, sino, más importante aún, el mismo tejido social que cobija legítimas demandas.

Desde la vereda del emprendimiento estamos disponibles para hacer todo lo que sea necesario en favor de la reactivación económica, con apoyo a las empresas que se han visto afectadas. Aunque lo que hagamos no parezca suficiente, hacemos un llamado, quizás redundante a estas alturas, a ser propositivos, a entender que las pequeñas empresas mueven al país y que sin ellas ningún cambio traerá beneficios reales a todos los chilenos. También queremos sumarnos a la causa de Desafío Levantemos Chile y su iniciativa “A mí sí me importa“. ¡Apoyemos a los más pequeños para reactivar la economía!

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